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El rostro del desposado

Fragmentos

19 marzo 2016

Reproducción de un capítulo de La serpiente del paraíso.

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¿Y cómo es el rostro del desposado? El rostro es de piedra oscura, de piedra hermafrodita. Permanece un poco inclinado hacia atrás, con los párpados semijuntos, mirando lo que pasa por dentro de su frente, escuchando aún el eco de los pasos de la Virgen Sonámbula, que llegan desde inmensas profundidades, avanzando por pasillos secretos, por viejos palacios y tumbas. Sus labios están ligeramente entreabiertos y una sonrisa tenue, nefasta, mezcla de placer y dolor, de sensualidad y éxtasis, juega como una sombra. Su mundo es redondo, está allí, dentro de su frente; los pensamientos se suceden, regresando sobre un círculo. Ese rostro goza sensual y divinamente. También camina, camina por una circunferencia. Va en busca de lo que ya ha encontrado. Un lado de su rostro es oscuro, está en penumbra, está muerto. El otro vive. Ese ser ha penetrado el misterio de la muerte. Fue mordido por la Serpiente. Es el rostro del envenenado eterno, del que cambió de color por el veneno y se desposó en los umbrales, dando a luz un hijo de la muerte, que es un hijo de la eternidad. Ese rostro se asoma a la ventana de todos los umbrales; está, además, crucificado, expresando el dolor gozoso de la Cruz, de sus clavos, en una visión retrospectiva, de las heridas penetradas por los clavos. El rostro mira por la ventana de la propia creación, que es la del mundo, y ve allí a la amada partir hace millones de años, ve partir al hijo, a la hija, se ve partir él mismo. Y ahora experimenta la alegría simultánea del reencuentro. Bajó, primero, al fondo de la tierra, a las raíces del Árbol, a los infiernos, y siguió siempre andando, andando, hasta que un día distante, apartado en el tiempo, un día único, subió a la Copa del Árbol de la Vida y allí, en la Sala del Palacio, en el centro de esa luz blanca, se encontró con alguien a quien buscaba hace tanto, tanto tiempo. Y la alegría del reencuentro solo pudo expresarse en lágrimas eternas, que son los frutos del Árbol de la Vida.

Por el rostro del desposado están cayendo dos lágrimas de piedra. Una es de Él, la otra es de Ella.

Este rostro de piedra hermafrodita fue esculpido hace más de mil años en la ciudad de Khajuraho.

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