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Colección Miguel Serrano, el escritor

EB Libros

Ya circula el quinto tomo, con escritos redactados entre 1971 y 1994.

Este fragmento de «Un mensaje del sur», conferencia preparada para la Universidad de Columbia y publicada en The New York Times el 17 de julio de 1971, forma parte del nuevo volumen publicado:

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Es al comienzo de una nueva edad y de la aparición de un hombre nuevo cuando existe, como nunca antes, la posibilidad de la recuperación de una totalidad perdida, dando fin a ese movimiento pendular de la historia, que impone a un hombre sobre otro, sea con apariencia de uniformidad planetaria o en la muerte de la vida dentro de la concepción mecanicista de una sociedad universal. En la gran crisis de la desaparición de un mundo y de una civilización, hállanse como nunca posibilidades de salvación individual y de alcanzar la totalidad del hombre-mago, que fuera antes de la división del gran Antropos y de la pérdida del paraíso. Es en el período de crisis, en ese interregno corto y que ya se aproxima a un fin, donde es mayormente posible hacer el trabajo de la transfiguración, no ya del paisaje propio de una zona del planeta, sino de la tierra toda, dentro, en las profundidades de un hombre, en la raíz, en la simiente, en la imagen esencial de la forma del cuerpo del hombre, en el arquetipo allí dormido.

Y este trabajo de totalización, de activación de todas las instancias del hombre, de todos sus centros de conciencia, no es trabajo colectivo, sino individual. La salvación no es nunca colectiva, solo individual. Y no hay egoísmo en esta actitud, contraria al mito paulista y marxista hoy en boga; porque, ya lo hemos visto, el arquetipo es uno e indivisible y solo puede ser tratado en un enfrentamiento solitario y terrible. La lucha con el ángel es siempre solitaria e individual, a lo largo de toda una noche. Pero el resultado es valedero para el universo entero.

Pareciera ser que el conflicto tremendo y universal, ya desatado, entre el hombre antiguo y el nuevo, en la crisis profunda de una civilización, la tierra toda pueda pasar por un oscuro período de esclavitud, facilitada, como hemos dicho, por la supertécnica, a disposición tanto del hombre antiguo como del nuevo. Y este período fatal, de dominio de la mediocracia, del cascarón-hombre, de la condición de lo semejante, de la máquina, sobre el cuerpo vivo de la tierra, propiciará violencias desmedidas, en las que la misma tierra torturada no se dejará dominar y podrá sucumbir junto con el hombre.

He querido hablar aquí especialmente para los jóvenes de cualquier parte del mundo. Y decirles: ahora o nunca. Porque hoy existe de nuevo la gran posibilidad. Trabajemos por terminar con la historia, por recuperar al Hombre-Total, en este interregno propicio, aunque corto, de crisis de una civilización, de la desaparición de un mundo y aparición de otro.

Mi mensaje quiere ser el de la recuperación del Hombre-Total, vivo, consciente en todas sus instancias, en todos sus «centros de conciencia», para retornar a ese punto anterior a la historia, donde se acaba la historia, donde espera el hombre-mago, que una vez fue.

Aquellos pocos de vosotros que estén elegidos para realizar este trabajo, que salvará a la tierra.

En el momento de la crisis, cuando su mundo antiguo desaparece sumergido por la gran ola, ante las puertas del apocalipsis, del reino de las hormigas y de la apocatástasis que se avecina, de la comunión de los santos: ¡entrad en el silencio, dejad que los otros hagan la historia y el trabajo de la historia, desapareced bajo la tierra, bajo la ola, buscad el sendero secreto del hombre-mago, para salvar a la tierra! Si vuestro trabajo es verdadero, repercutirá en el universo.

Comprendo que esto aquí dicho pueda sonar a romántico, a poco realista o a insensato, especialmente en este tiempo, y dicho en este lugar. Lo sé. Pero también sé que no hay salvación para el hombre ni para la tierra si no hace un trabajo fundamental.

Se me ha invitado a hablar aquí como a un hombre del continente del sur y a decir algo sobre ese mundo.

He creído más oportuno expresar, o tratar de expresar, esta concepción, o visión, extraída del fondo de mi tierra del sur, de la roca de los Andes, de los oasis de la Antártida, traspasada por las imágenes gigantescas de los dioses que allí se refugiaron. Es la antigua concepción de un tiempo cuando América se llamó Albania, mucho antes de la llegada de Colón y de las civilizaciones indígenas. Tierra del hombre-mago.

Es este el mensaje de un sur sublime, que aún vive dentro de las montañas de mi patria y en los oasis de la Antártida; el de los dioses blancos, el de un más lejano pasado, oculto, desconocido ya, pero que podrá de nuevo ser realidad dentro de nosotros…

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