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El Nuevo Orden Mundial

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27 octubre 2019

Publicado el 16 de agosto de 1993, en la revista chilena Los Tiempos.

Y de nuevo otro Rothschild, Philippe, en una reunión en San Antonio, Texas, del Consejo de los Trece, la más alta instancia debajo de la cúspide de la pirámide del gobierno invisible y secreto, el 1 de agosto de 1972 hacía una declaración extrañísima y críptica: «Cuando veáis apagarse las luces de Nueva York, sabréis que nuestro objetivo ha sido alcanzado». ¿Alguien recuerda ahora el repentino «apagón» de las luces de Nueva York en una noche del 14 de julio de 1977? El 14 de julio se conmemora la Revolución francesa, un importante logro en los planes de los Illuminati. Pero, además, hubo otro «apagón» más grande aún, que afectó a ocho estados, incluyendo Nueva York, el 9 de noviembre de 1965. El 9 de noviembre de 1918 se firmó el armisticio en la Primera Guerra Mundial. Y para mayor confusión, el 9 de noviembre también es la fecha en que los nacionalsocialistas rinden homenaje a las víctimas del Putsch de Munich. Este primer «apagón» se trató de explicar por la intervención de «platillos voladores» que, se decía, habrían sido vistos sobrevolando esa nación.

Volviendo al tema del dinero, confirmaríamos que este carece de nacionalidad, no teniendo ni siquiera existencia real, siendo superado por la informática, transformándose cada vez más en «dinero electrónico», en vibraciones de una transferencia; es decir, en energía pura, de tal modo que si Japón compra todo un complejo industrial norteamericano, o alemán, no es Japón que lo compra, sino que se ha producido sólo una «transferencia electrónica de fondos», con una determinada intensidad de «pulsaciones», que ha recorrido la Tierra. Igual para los empresarios «dragones» chilenos, que adquieren industrias en Argentina. El dinero no existe, únicamente hay un pequeño grupo sin rostro que sabe, porque controla ese «movimiento pulsional», esa energía, y que puede estar en cualquier parte, bajo tierra y hasta fuera de la Tierra.

Es de este modo que se han acabado los textos de economía y sus profesores; también los de estrategia militar, de geopolítica (no los de geomancia). Y no puede existir ahora una «Madre de las Batallas». Solamente acumulación de tecnología y de informática, ya sea para predecir o provocar una crisis económica financiera, de alimentos y hasta geográfica, geofísica, o destruir un «enemigo inventado», por medio de esa concentración de la tecnología, de la electrónica, sin perder un hombre y sin moverse del refugio secreto, indestructible, inubicable. Y así vendrá la próxima crisis económica universal, con la destrucción del capitalismo, tras la del marxismo, el fin del dinero papel: billetes, cheques y también del dinero plástico ―las tarjetas de crédito―, sin afectar a esa minoría secreta del gobierno invisible, que será quien la provoque.

Cuando se tiene en cuenta todo esto se hace más fácil llegar a entender la «liquidación por decreto», en casi una semana, del imperio de la Unión Soviética (Chernobyl habría sido un ultimátum, aunque no es completamente seguro si fue del gobierno secreto terrestre). Aquellos que «controlan el poder real en la Unión Soviética», como decía Lenin, llegados a un determinado punto en la implantación del Nuevo Orden Mundialista, que será la más tremenda dictadura totalitaria, como jamás ha conocido la Tierra, una esclavitud total, decidieron que sería mejor establecida por medios más sutiles e insidiosos que esa burda «dictadura del proletariado», valiéndose de las tarjetas de crédito (que no existían en el mundo marxista); del «endeudamiento electrónico externo» de los países a la banca fantasma y ubicua; por la marca láser en la muñeca, en el brazo, que reemplazará al «dinero plástico», a la tarjeta de crédito, al estilo de la «marca universal de productos» en los supermercados. Así todo será mejor conocido. Y se acabará para siempre la libertad del individuo. Esclavitud total.

Novus Ordo ad portas. Mundialismo, mejor y más efectivo que la Internacional Socialista. Por eso ya vemos a los más preclaros personeros del antiguo marxismo convertirse de la noche a la mañana en los corifeos del consumismo, del capitalismo, de la economía social de mercado, yendo del brazo del empresario de la Internacional del Dinero. Porque ellos creen que el poder aún está en el dinero cuando lo está en el conocimiento. No pasarán de ser ―sobre todo si pertenecen al Tercer Mundo― más que pequeñísimos peones de los amos sin rostro del gobierno mundial secreto, de este Nuevo Orden Transnacional.

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