Su preocupación por el escudo de Chile fue expuesta más ampliamente en un opúsculo titulado Se acabó Chile.

 
Señor director:

Fracaso del presidente, de la ministra de Relaciones Exteriores y del presidente de la Corte Suprema en impedir que un juez español intervenga en los asuntos internos de Chile. A cambio de esto, solo la promesa de apoyarnos en la Comunidad Europea. Y así como antaño se deslumbraba a los indios con bolitas de colores, ahora se lo hace con palacios, collares, uniformes, fracs y todo aquello que sirva para fascinar a los mestizos, mientras se les arrebatan sus tierras, sus industrias y sus negocios.

Nuestros predecesores sabían cómo manejar estas cosas. De ahí el escudo de Chile y su lema: «Por la razón o la fuerza». Es muy difícil que el español, de ayer o de hoy, entienda de razones.

Hace ya tiempo que los que gobiernan Chile borraron el lema de nuestro escudo. ¿Cómo podrían hoy pensar siquiera en hacerlo efectivo? Por ejemplo, señalar que se cancelaría la construcción de los submarinos (totalmente atrasada) en los astilleros españoles si ese país no deja de intervenir en nuestros asuntos internos. Habría tenido un efecto inmediato.

Tal vez, temiendo eso, o algo parecido, los españoles, como simple advertencia, han revelado el pago de una coima ―solo de una― en relación con la venta de sus submarinos. Así, el lema del que fuera nuestro escudo se ha vuelto al revés, para hacer entrar «en razón» a los chilenos.

Y no deja de ser aún más preocupante descubrir que el Escudo de Chile acaba de ser reemplazado por un moderno logotipo de tres colores, que encabeza ahora todas las comunicaciones oficiales y gubernamentales, cuyo verdadero significado escapa a la mayoría de nuestros compatriotas. Pretende representar a la bandera de Chile, con sus tres colores y, en lugar de la estrella solitaria, de cinco puntas, se ha diseñado en forma muy hábil la estrella de Israel, de seis puntas, casi oculta y repetida varias veces en el diseño.