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SÍNTESIS

Libro en el que el autor relata su experiencia en India, sus contactos con swamis y gurús y su peregrinación en los Himalaya. Abarca el período (entre los años cincuenta y sesenta del siglo XX) durante el que Miguel Serrano fuera embajador de Chile en ese país. Se trata de una búsqueda y de relatos alucinantes en una India plagada de simbolismos con pasajes de extraordinaria belleza como el niño «perdido en el templo», el análisis profundo de las esculturas de Khajuraho o sus encuentros con Krishnamurti.

FRAGMENTOS

Ungido con sándalo, con la frente cruzada por las líneas de Shiva, me despido de esta visión última del hielo. Y al salir de la caverna, oigo que un individuo cubierto con pieles, de ojos afiebrados, me grita: «¡Kailás!, ¡Kailás!». Y extiende un brazo hacia la pared frontal que encierra la quebrada, señalando hacia las planicies transhimaláyicas, hacia el cercado Tíbet.
Pág. 189.

La cortina de suciedad y miseria oculta perlas, cubre diamantes; es una careta, es una penitencia. La cortina de acero del Kaliyuga, de la higiene, del control de la natalidad, del asfalto, de las ciudades de cemento, oculta la podredumbre del alma, el cadáver del espíritu que se descompone adentro, la nada, el vacío.
Pág. 245.

Este libro es para aquellos que pasarán de nuevo más allá del sur, del Polo Sur. También del Polo Norte, más allá de todos los polos, más allá del viejo sur y del viejo norte.
Sí. Sé que pareceré anticuado, que tal vez me haya quedado atrás en mis relatos y en mi alma. Y por esto mismo mi mejor tiempo es ya el futuro. Tan antiguo soy, que pertenezco al futuro.
Pág. 306.

CRÍTICA

«Los oropeles y las dignidades diplomáticas, “el poder y la gloria”, por estimables y estimados que sean en el reino de este mundo, no han sido para el escritor más que eso: oropeles. Su verdadera profesión, la que lleva en el alma y en los genes, es la de peregrino».
Mario Garfias, «Un peregrino del dharma» en Las Últimas Noticias, 31-1-1976.

«No es un talento que arremoline las palabras para que suenen como tromperas a su paso. En sus libros, las palabras tienen el ojo hipnótico de la serpiente o la pantera. Atraen calladas, inmóviles cazadoras, y suelen llevar a un recinto sombrío en que la vida y la muerte, agazapadas aguardan su presa. La vida y la muerte en un solo haz, un mismo y tenebroso misterio».
Hernán del Solar, «Miguel Serrano: “la serpiente del paraíso”», 29-3-1963.

«Logra llevarnos a ese mundo maravilloso donde se sostiene que finalmente todo es maya, ilusión. Acaso ilusión todo; maya, libro, Serrano que crea para nosotros un pequeño manvantara».
Luis Meléndez, «La serpiente del paraíso» en El Mercurio, 24-11-1963.

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