Archivo Miguel Serrano - Escritos

Mi respuesta por qué soy nacionalsocialista

Artículo

Fragmento de la publicación en el diario chileno «El Mercurio».

El Mercurio (Santiago), 14 de septiembre de 1986.


La penetración en el sur patagónico

En esta página también se ha pretendido ridiculizarme en relación con cada uno de los temas que expongo. Recurriendo a un derecho que la ley me otorga, he debido referirme a estos asuntos. Otro de los temas es el de los araucanos en relación con Israel. Es cierto que han marchado a ese país y también que existe en Pucón una iglesia araucano-israelita, llamada del Nuevo Pacto. Y es efectivo que los judíos están entrando al país de un modo sostenido y en gran número, con el apoyo de la CONAF[1] y el conocimiento de las fuerzas armadas. Es efectivo que los judíos que aquí vienen como turistas y «mochileros» pertenecen en su mayoría a las fuerzas armadas israelitas o a sus servicios de inteligencia. Además, los argentinos, desde hace varios años, nos están alertando sobre un llamado Plan Andinia, destinado a apoderarse de la Patagonia argentina y chilena, por parte de los judíos, pudiendo ser un primer paso importante la creación de una nueva capital en esas regiones.


Los escritores

Estas son las razones de por qué soy, fui y seré un nacionalsocialista, un hitlerista.

En cuanto a los escritores Knut Hamsun y Ezra Pound, es un hecho innegable que también fueron partidarios del nazismo. Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, los llamados «aliados» los encarcelaron y pusieron en manicomios. A Ezra Pound por trece años. Y esto hicieron los mismos que hoy protestan porque los rusos confinan en clínicas psiquiátricas a sus opositores y a algunos judíos, que allí permanecen por un corto tiempo y para despistar, y que al final salen siempre en libertad, o son canjeados por Corvalanes[2] de Chile. Knut Hamsun fue un premio nobel, con anterioridad al nazismo y a la guerra. A Ezra Pound, el más grande poeta de nuestro tiempo, jamás se le concedió ese premio, por ser hitlerista y mussoliniano. Sin embargo, se le ha otorgado a comunistas de partido, como Neruda. Por idénticas razones a las de Ezra Pound, puedo estar seguro de que a mí nunca se me concederá premio alguno. Lo sé y me resigno, porque conozco el poder de los dueños del rayo y de los truenos. Y a pesar de esto, considero mi deber continuar en la misma línea, hasta el final de mis días aquí; porque no entiendo «el arte por el arte», ni la «poesía por la poesía». La poesía verdadera es el ideal, es el sueño de justicia, es el honor y es la lealtad. Y mi obra entera, desde las primeras líneas escritas hasta estas mismas de hoy, están regidas por esta norma. Por ello soy poeta. Porque soy un poeta de la vida. Y por ello estoy con Hitler, porque él también lo fue, viviendo un ideal hasta sus últimas consecuencias.

Para terminar, unas breves palabras a Lafourcade[3]: somos ya tan pocos los escritores en este país, y tan pocos los que quedan como yo, de esos viejos tiempos y que él dice admiró una vez, para enlodarnos unos a otros, cuando estamos siendo los desvalidos, las verdaderas víctimas odiadas del sistema aquí analizado. Y, por ser precisamente de aquellos tiempos y por ser un antiguo caballero del antiguo Chile, quisiera decirle que haga un esfuerzo y deje de mezclar asuntos personales en sus ataques ―los que de otra manera pueden tener validez, como una honesta discrepancia, o diferencia de opiniones― sin enlodar la memoria o el prestigio de algunas damas, que él nunca conoció; porque esto no es de caballero ni es de hombre. Jamás lo habría hecho Joaquín Edwards Bello, por ejemplo, cronista y escritor, que fue mi amigo, y a quien él tanto admira. Ni Luis Sánchez Latorre, escritor y premio nacional de periodismo, al que cita, un valiente cultor de la hombría de bien y la amistad, en el estilo tradicional del chileno de vieja cepa y un defensor de los valores del verdadero arte.


[1]
Corporación Nacional Forestal.

[2] Se trata de una alusión indirecta al canje de un disidente ruso con el presidente del Partido Comunista chileno, Luis Corvalán, quien había sido tomado prisionero por el Gobierno Militar.

[3] Este escritor chileno acababa de atacar a Miguel Serrano desde su columna del diario El Mercurio.

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